Este refrán ataca a la gente progresista que procura la innovación descuidando las costumbres o el saber popular. Sería una torpeza asumir que las cosas no pueden evolucionar y cambiarse, pero en general si las cosas son así es por algo, y en caso de duda se recomienda prudencia y seguir por el camino que otros ya han trazado. Es un ataque a los locos y temerarios que se salen de lo establecido, pero esta burla no debiera ocultar que sólo de esta manera de prospera.