Este refrán asocia cualquier tipo de cumplimiento de un capricho con algo negativo. Y es que de alguna manera siempre se puede decir que los momentos de amargura van asociados a los momentos de felicidad ya que sólo conociendo los momentos dulces puedes así conocer los opuestos. Está relacionado también con los riesgos que tiene cumplir un gusto, y de hecho asocia un riesgo tan alto que establece la equivalencia 1:1 entre gusto y susto.