Este refrán critica a la falta de argumentos, justificaciones a la hora de la toma de elecciones. La toma de posición frente a cualquier decisión sin causa justificada lo deja en puro capricho. Otra posible visión del mismo es la falta de interés en justificar los gustos. Y es que sobre gustos no hay nada escrito, así que por otro lado cualquier debate es inútil ya que la percepción individual es diferente de unos a otros.