Este refrán pretende reflejar que debemos valorar correctamente las cosa y darles la importancia que merecen incluso aunque no parezcan muy relevantes, pues lo cierto es que sí tienen influyen aunque en principio no se conozca tal. La riqueza viene dada muchas veces en los pequeños detalles. En concreto, también podemos usar esta frase para esas ocasiones donde hay un dilema cuando hay 2 opciones contradictorias y no sabemos cual atender, o al menos cual atender primero.