Aquí tenemos un refrán que habla de la ilusión, y más en concreto de una persona ilusa que no percibe bien la realidad sino que la adultera favorablemente para sus intereses, siendo excesivamente positivo en sus apreciaciones. Así, no solo viven en un mundo de ilusión sino que allí hay cierta presunción de poder. A veces el deseo de ver satisfechos nuestro anhelo nos hace percibir la realidad de este modo.