Este refrán deja claro que es conveniente regirse por ciertas normas de conducta, aceptables para la sociedad y que deben guiar la vida. Sin embargo también abre la puerta a saltarlas ocasionalmente, sin que se convierta en costumbre. A esa acción le llama «hacer alguna tontería» y el motivo principal de dichas acciones es el mero placer, bien por obtener placer real o por la posibilidad de sentir placer en el hecho de quebrar las normas de vez en cuando.