Este refrán hace 2 críticas feroces, una contra lo nuevo y otra contra los filósofos. Es decir, aunque nos encontremos con un evento que pueda parecer novedoso, en realidad si conocemos bien el pasado podemos establecer similitudes lógicas que lo dejen en algo repetitivo, o siquiera un visión actualizada de algo ya descrito. Además dice claramente que los filósofos dicen muchas cosas y además al menos algunas son absurdas.