Este refrán alude a que frecuentemente la esencia de las cosas pasa más desapercibida de lo que debiera, por algún tipo de ocultación o manipulación que permite que el ruido pueda triunfar. Está relacionado con la vanidad, y como algunas personas que en realidad están carentes de mérito consiguen resultados, lo que lamentablemente oculta a otras personas que sí lo tienen.