Este refrán ataca a aquellos que complican excesivamente los asuntos a debatir, introduciendo elementos que no parecen tener mucha relevancia a la hora de resolver problemas. Bien es cierto que para cada cosa siempre exista una solución simple, sencilla y equivocada. Pero eso no significa que complicar el asunto sea la mejor opción ya que con ello se pueden tapar los asuntos as relevantes.