Este refrán nos habla de todos los riesgos que existen en las aventuras amorosas con mujeres casadas u hombres casados. Como la mayoría de los refranes, este tiene siglos de historia y por ello se aplicaba solo a las aventuras con mujeres casadas que pudieran tener los hombres. A día de hoy tanto se puede aplicar a las aventuras de los hombres como de las mujeres. La segunda parte del refrán «vida arriesgada» tiene que ver con el echo de que hay riesgo de que la otra parte se entere del romance y aparezcan los problemas.