Este refrán indica que todos somos distintos entre nosotros, por más que tengamos cosas en común. Cada individuo es único y por más que haya similitudes o vínculos muy fuertes, siempre hay particularidades entre 2 individuos a los que personaliza con nombres de Pedro. Frecuentemente se enjuicia a 2 personas estableciendo la misma sentencia, cuando siendo justos, probablemente no tengan ambos el mismo peso.