Este refrán trata de advertir al arrogante de que sus acciones se le van a poner en contra debido a las leyes naturales. Una persona puede ir contra algo superior, reflejado en el cielo, sin ser consiente de sus limitaciones o incluso desafiando a la gravedad, y en esta acción puede ver como consigue logros durante un tiempo. Pero transcurrido el suficiente, el peso del poder superior se manifestará y el temerario será vencido.