Este refrán te muestra como el secreto de la juventud es el tener una actitud determinada ante la vida, de ilusión e inquietudes, de ver cosas nuevas, de explorar nuevos caminos y tener curiosidades que satisfacer. Cerrar los ojos y sentarse a esperar adoptando una posición conservadora es justo lo contrario y que lleva inevitablemente a la vejez y la muerte al menos en espíritu. Mientras permanezca la ilusión por conocer a gente nueva, nuevas aficiones o al menos ilusión porque el día a día valga la pena, uno no envejece mal.