Este refrán plantea que nuestra dedicación, nuestro tiempo o nuestra energía es limitada y perecedera, y esto no depende de cada uno de nosotros. No obstante sí se puede elegir qué hacer con el tiempo y en base la actitud, la suerte y a otras cuestiones puede derivar más en unos derroteros u otros, que aquí reflejan con dos opuestos, dos posturas extremas como simbolizan los suspiros de alegría y esperanza o las lágrimas de tristeza y desafección.