Este refrán alude a la creencia de que el destino puede leerse desde la palma de la mano. Es decir, para empezar se establece el concepto de destino, de que todo está fijado para cada ser desde el momento en que nace. Luego, ese destino además puede adivinarse desde 3 lineas de la mano mediante la quiromancia. Este arte adivinatorio fue en su día fuertemente atacado por Quevedo que señaló muy a sus estilo que las lineas se deben a que la mano se dobla por la palma y no por el dorso.