Este refrán señala a una concatenación de sucesos favorables, o más bien a la capacidad de un suceso positivo de potenciar a otro también positivo. Es decir, nos habla de hojuelas, que son unas especies de crepes que son muy apetitosas, ¿y qué decir de la miel? Pues si ya de por sí las hojuelas son sabrosas, ni que decir tiene si encima se les hecha miel.