Este refrán indica que quien empieza una obra o acción con mucha ansia y rapidez, pronto suele frenarse y ceder en su intento. También está indicado a todos los que viven intensamente sin preocuparse de las consecuencias, sin tener en cuenta que tarde o temprano tendrán que moderarse. De esta forma, este proverbio recomienda dosificar la energía y el esfuerzo para retrasar el cansancio.