Este refrán es uno de tantos que presenta la solución al problema como la elección del mal menor. Es decir, se asume la no salida, la no existencia de una opción idónea. Por tanto este punto de vista pesimista anima a ser conservador y simplemente tratar de minimizar daños, algo que muchas veces puede ser lo mejor que se pueda sacar, aunque no siempre es el caso.