Este refrán trata de crear un argumento en contra de la iniciativa propia y de aceptar lo convenido por la sociedad, sobre las opiniones mayoritarias. Aceptar lo común, y lo establecido puede verse como un respeto hacia la democracia, si es que esta está presente en la estructura de poder. No obstante el consenso no tiene porque significar la verdad. En cualquier caso, no aconseja ir contra corriente.