Ese refrán te dice claramente que los seres humanos todos somos iguales al nacer, es decir, apela a la igualdad por un lado y a las características propia de los recién nacidos como pueda ser la debilidad, la pequeñez o la ternura. En ese sentido conecta con otro: «Todos desnudos nacemos, y así volvemos», aunque este además relaciona un estado similar a la hora de la muerte.