Este refrán deja claro que todas las personas deben sentir y buscar el placer, y si no es el caso, anima a desconfiar porque va contra natura. Ataca por tanto a los pusilánimes, que no buscan el placer y ser cautelosos con ellos. Por otro lado también supone que el placer está bien definido y no diferencia como unas personas pueden sentir placer por unas cosas y otras por otras. Parece indicar que sólo hay un modo de comportamiento, el que supone correcto, y muestra intolerancia hacia lo demás.