Este refrán  alude a los niños, a los que todavía no son adultos, que al igual que las crías de otros mamíferos se muestran verdaderamente más inquietos y activos. Estos impulsos que asocian con el movimiento y el mecer suelen ocasionar molestias en muchas ocasiones, pero sin embargo este refrán pretende disculparlos dando por hecho que es una causa natural, algo que forma parte de la naturaleza de las personas y seres vivos, del crecimiento y del aprendizaje