Este refrán asocia el arte del disimulo, la manipulación y el engaño con un buen estado de vida. Y es que una buena posición puede aconsejar el disimulo para que no despierten envidias en otros más desfavorecidos y pongan allí su foco. Una fuente de riqueza normalmente va asociada a un acto ilícito y por tanto requiere de un disimulo. Detrás de cada fortuna hay un crimen, como diría Honoré de Balzac, y por tanto, ¿cómo no va a ser aconsejable el disimulo? La relación es correcta.