Este refrán muestra un claro desafío al poder, o más bien a aquellos que de alguna manera se creen intocables. Se alude a que nadie es invulnerable y que por tanto por mas que no se vean las debilidades, todo el mundo las tiene. Nada permanece y forma parte del ciclo que más tarde o temprano iniciará su descenso. De algún modo se reconoce la fortaleza actual simbolizada por una alta torre.