Este refrán no es más que un argumento un tanto flojo y gracioso para intentar convencer de un cambio de opinión acerca de un tema en concreto. Así, se da pie a pensar de que para empezar se es consciente de al menos 2 posibilidades de respuesta, y de que inclinarse ante una postura u otra tiene el mismo coste. Probablemente se use para provocar un cambio de opinión pero en cualquier caso aconseja tomar partido.