El viejo que se cura, cien años dura

Este refrán se parece mucho al de mala hierba nunca muere, o el de lo que no te mata te hace más fuerte. Es decir, da a entender que si una persona de avanzada edad se ve en apuros y consigue superar una enfermedad lleva implícito una fortaleza que logrará que llegue lejos y pueda sobrevivir muchos años.

La misma vejez es una enfermedad

Este refrán es claro donde los haya, y asocia la vejez con la falta de salud. Es decir, el paso de los años puede verse como una enfermedad ya que deteriora nuestro cuerpo en muchos sentidos, más allá de los diversos achaques que uno pueda tener y que se asocien mejor al concepto de enfermedad.

No hay ninguno tan viejo que no piense vivir otro año

Este refrán alude al momento de la muerte, que es siempre incierto. Pretende por tanto aconsejar que no se hagan demasiados cálculos en función de ese acontecimiento. Además señala el instinto de supervivencia de las personas, y que en realidad la esperanza siempre está ahí, por muchos años que pasen.

El corazón y los ojos nunca son viejos

Este refrán busca la complacencia con la vejez y un tono de reinvindiación ya que en esta etapa de la vida donde decaen tantas cosas, no implica que tengan forzosamente que decaer las emociones o algunos deseos que son siempre simbolizados por el corazón. Incluso alude a los ojos y al deseo que se genera al ver cosas bellas. Queda por tanto expresado que incluso frente a la impotencia ante determinadas cosas, el deseo permanece.

Los años no pasan en balde

Este refrán pretende señalar las secuelas propias de la vejez, o al menos de una etapa madura donde ya se han superado otras etapas de más brío, de juventud y lucidez en tantos aspectos de la vida. En este sentido se alude a un balde que es un recipiente similar a un cubo que sirve acumular cosas en él., y por tanto la capacidad es su cualidad más reprensentativa. Entonces el refrán te dice que mediante la experiencia vas acumulando cosas y estas dejan secuelas.

Arriba, canas; Y abajo, ganas

Este refrán se muestra crítico con la vejez en un aspecto muy concreto como es la lujuria. Es cierto que las ganas podrían referirse a cualquier estado de animosidad, de fuerza de espíritu, de iniciativa por hacer cosas, por trabajar o disfrutar de la vida con energía. Sin embargo, en un juego de palabras, todo parece indicar que apela a la impotencia de los hombres, cuyo miembro no se levanta.

A la vejez, aladares de pez

Este refrán pretende ser una burla hacia aquella gente que trata de disimular su vejez mediante elementos artificiales como cosméticos, cirujia estética… etc. El maquillaje no es un invento moderno precisamente, y antiguamente tenían diversos métodos para disimular la vejez. Uno de ellos era untarse los aladares, que son los cabellos de la cabeza, tintar el pelo para disimular las canas o la caída de cabello.

Vieja que baila, mucho polvo levanta

Este refrán ataca a la inconveniencia de realizar ciertas actividades o tener ciertas actitudes propias de un tiempo de la vida pasado y que en la vejez no parecen aconsejables. Ciertamente la sociedad suele ser muy crítica con los demás, y rápidamente se ridiculiza a los mayores que han dejado de tener capacidades que tenían antes, brillando menos el talento.

No hay más bronce que años once, ni más lana que no saber que hay mañana

Este refrán, cuyo origen no está claro (aunque data al menos del siglo XVI) parece poner en alza los valores de la juventud. En concreto menciona a la edad de 11 años, una etapa avanzada de la infancia y donde es razonable establecer el comienzo de la pubertad. Es una etapa de muchos cambios, de desarrollo y de formación de lo que será el cuerpo adulto. Este refrán la pone en valor y otorga términos como robusted o inconsciencia.

La juventud es un estado del alma

El refrán refleja como a pesar de el tiempo no perdona y que afecta a todos los aspectos de la vida, en cierta medida se conservan aspectos del pasado. La juventud es una etapa floreciente donde la mayoría ve ciertas características que luego se van perdiendo y no se tienen en la etapa madura o de vejez. Sin embargo este refrán contradice esto y dice que el espíritu de la juventud puede seguir vivo en algunos casos. Para algunos hay jóvenes viejos, y viejos jóvenes.

A poca barba, poca vergüenza

Este refrán establece una relación clara entre la juventud y la vergüenza, que puede ser de tipo inverso. Es decir, con los años y la experiencia supuestamente aprendemos que determinado actos o comportamientos deben ser más moderados y adaptados a las situaciones, los lugares concretos y a las características de los que nos rodean, impidiendo así ser calificados como sinvergüenzas. Sin embargo esto no se da en la juventud, cuando se empieza claramente a liberarse de la tutela de los padres.

Niño que has de acallar, no lo hagas llorar

Aquí tienes un refrán que plantea una estrategia para calmar a un niño y persuadir para un cambio de actitud o comportamiento manifiesto. O más bien plantea lo que no se debe hacer y es provocarlo en exceso, llegar a enfadarlo y a que llore. Queda por tanto implícita la sugerencia de tomar un camino alternativo como pudiera ser el de la seducción, algún tipo de manipulación o engaño que sin duda alguna será más eficaz para lograr el cambio deseado.

El pollo, pío, pío; Y el niño, mío, mío

Este refrán establece una comparación lógica entre los niños y los pollos, ambos sujetos de humanos y animales en sus primeras etapas en la vida y que tienen cosas en común. En parte, puede atribuírseles términos como egoísmo o avaricia, aunque en el fondo no es más que un sentido se supervivencia, que en parte (y no siempre) será calmado más adelante debido a la educación, a las normas sociales y de convivencia establecidas.

Carne que crece, no puede estar si no se mece

Este refrán  alude a los niños, a los que todavía no son adultos, que al igual que las crías de otros mamíferos se muestran verdaderamente más inquietos y activos. Estos impulsos que asocian con el movimiento y el mecer suelen ocasionar molestias en muchas ocasiones, pero sin embargo este refrán pretende disculparlos dando por hecho que es una causa natural, algo que forma parte de la naturaleza de las personas y seres vivos, del crecimiento y del aprendizaje

El niño es el padre del hombre

Este refrán señala que la clave acerca del comportamiento y la ideología de un hombre está fuertemente marcado por la experiencia en la infancia. Esto que señala William Wordsworth a principios del siglo XIX, se ve con mucha más claridad con Sigmund Freud más adelante.

Cada uno se divierte como puede

Este refrán ataca a aquellas formas de diversión, o actitudes un tanto extrañas para lo común. Realmente detrás parece que hay una crítica a la persona, más que a la actitud, señalando su incapacidad para comportarse de manera normal. Es decir, se indica que la actitud o el acto no es correcto, pero de algún modo lo disculpa porque también establece una condición, y es que su posición o su clase social no le permite optar a otra cosa.

Lo más acordado, más olvidado

Este refrán alude a que en ocasiones justamente parece que lo que es más importante para nosotros y donde ponemos más énfasis para recordar o que en general salga bien, es precisamente lo que se nos acaba olvidando, o sale mal. También puede servir de disculpa, como para argumentar que realmente se ha puesto dedicación pero el resultado no ha sido el esperado, precisamente por algún fenómeno extraño relacionado con la memoria.

Vivir para ver, y ver para vivir

Este refrán se dice mucho cuando descubres una cuestión más bien negativa de alguien que por lo que sea se ha deteriorado en su discurso o en cualquier otro aspecto donde un día floreció y con el paso de los años finalmente acaba sorprendiento para mal. Es un refrán usado para atacar a otro de forma un tanto peyorativa, señalando que no está a la altura de lo que se espera de él.

El arte es largo; La vida, breve

Este refrán pone en valor el arte si lo enfrentamos al tiempo. Al menos a una unidad de tiempo estándar como puede ser una vida. Ciertamente 70, 80 o 90 años pueden parecer pocos en comparación con los siglos y milenios que tienen algunas obras de arte. No obstante y por otro lado, también se evidencia lo contrario y es que como dijo Heggel: «A más de uno un día le parecería demasiado largo», en lo que parece una crítica a aquellos artistas que no aguantan bien el paso del tiempo.

Malo vendrá que bueno me hará

Este refrán indica que la vida traerá acontecimientos poco gratificantes o directamente malos, que sin embargo, acarrearán un fortalecimiento de espíritu muy útil, al menos desde el punto de vista ético. Plantea entonces un aprendizaje a raíz de una mala experiencia que está por venir. Sin duda alguna en el futuro tendremos que enfrentarnos a cosas desagradables, pero es importante saber que podemos aprender de ellas y puede haber incluso una lectura positiva.

Mas enseñan los desengaños que los años

Este refrán pone el foco de atención en el sistema de aprendizaje, en cómo se adquiere el conocimiento útil para la vida, y dice que la experiencia adquirida útil no es solo cuestión de un tiempo dedicado ni se genera expontáneamente. Plantea un método de enseñanza basado en la experiencia y además indica claramente que se aprende más de experiencias negativas que positivas. De experiencias positivas es más difícil extraer conclusiones que cuando sufres las consecuencias de malas decisiones.

Por una vieja que murió, todo el año pestilencia

Este refrán establece una relación entre un gran acontecimiento malo y desagradable que viene desencadenado por otro más normal y relativamente pequeño. Es decir, una causa de una magnitud relativamente pequeña es capaz de provocar un  efecto tan devastador como pudiera ser una enfermedad, una epidemia. Por tanto aconseja cuidar los pequeños detalles y no descuidar ningún aspecto.

Por un clavo se pierde una herradura; por una herradura un caballo; por un caballo, un jinete, un reino

Este refrán advierte de los peligros que tiene el descuidar hasta los más pequeños detalles de las cosas, porque pueden desencadenar un efecto no previsto, un efecto incluso aleatorio o efecto mariposa, o una secuencia lógica como la que se planteó en origen con esta expresión. Y es que fue dicha en su día a raíz de un acontecimiento histórico, real con la pérdida de Flandes en tiempos de Felipe IV tras un accidente de un jinete a caballo.

Cada cabello hace su sombra en el cuello

Este refrán alude a todo el ser de las cosas, hasta las más nimias. Es decir, ¿qué hay más insignificante que un pelo? Refleja muy bien lo sencillo y lo pequeño, al menos en comparación con toda una melena. Pero por pequeña que sea, existe y tiene su ser, es capaz de hacer sombra, aunque esta también sea pequeña, y por tanto tiene relevancia. El refrán indica que no se debe despreciar lo que pueda parecer insignificante porque todo importa.