Este refrán aconseja controlar las emociones y no dejarse llevar por ellas, puesto que aunque haya estímulos e impulsos muy fuertes lo recomendable es la prudencia, y tener una posición incrédula y conservadora. Puede que sea útil para aquellos que tienen una buena posición, y para pregonar sobre aquellos que no la tengan, asuman su rol y no se dejen llevar por ninguna esperanza de cambio.