Este refrán nos muestra que el mundo es como es, que funciona de una manera concreta y que da por hecho no puede variar. Se ve desde una perspectiva conservadora, por tanto. Y en ese caso aconseja conseguir habilidades concretas para hacerle frente a las circunstancias que vienen venidas y son inevitables. El que mejor desempeño tenga sobrevivirá y permanecerá en superficie, pero sin embargo cuando no hay ese talento llegará la fatalidad.