Este refrán te indica que no se puede huir del destino, y así establecer un hilo de esperanza para aquellos que buscan un cambio. Otra manera de verlo es precisamente de manera contraria, para disuadir a aquellos que luchan por un cambio, para señalarlos y decirles o al menos insinuarles que no sirve para nada porque en ese esfuerzo no cuentan con la bendición de Dios.