Este refrán en términos económicos podría traducirse como que la deuda esclaviza. No obstante se refiere más bien al consuelo por las desgracias y a los cargos de conciencia. Claro está, se limita la libertad de obra o de pensamiento una vez que uno se ve afectado por estas cuestiones y por eso el refrán parece muy coherente.
Refranes relacionados
- La mayor desgracia no es tenerla, sino merecerla
- Los males hacen amistades
- Nadie es adivino del mal que está vecino
- Los duelos con pan son menos
- Nadar y nadar, y a la orilla ahogar