Este refrán señala a aquellos que de alguna manera son proclives a la ocultación y a la moderación, puesto que sólo de esta manera se puede actuar ilícitamente. Está claro que a plena luz del día y delante de todo el mundo es mucho más complicado cometer fechorías y salir indemne, así que en caso de planear acciones de este calibre ha de valerse uno del disimulo y de la ocultación.