Este refrán alude a que muchas veces se queja el que menos motivos tiene de hacerlo. Va ligado a otro refrán que dice que la cuerda siempre rompe por lo más fino. Por ejemplo en una tarea en equipo donde se encuentran dificultades, no se corresponde la queja a aquella parte que más contribuye a la resolución del problema. El que más debería callar es el que alza la voz, algo que suele contrariar a los demás.