Este refrán ataca a aquellas personas con deseos contrarios a la razón y a cualquier tipo de consenso entre los demás. Así el deseo que es atacado al evaluarse únicamente desde el sentido de la vista, y además este juicio está deformado por cuestiones tan personales como pudieran ser los problemas de visión o mismamente las legañas. Implica una estrechez de miras muy grande, una cerrazón que impide realizar juicios correctamente.