Este refrán es bastante conciso y claro cuando fomenta la libertad, especialmente ante cualquier caso de duda. Es decir, en un juicio de valores, o ante la pluralidad de ideas se debe de respetar y se debe dejar manga ancha, especialmente cuando hay motivos para la duda. El proberbio en realidad viene de San Agustín, que vivió en los siglos IV y V, y muestra en sus pensamientos que ante las cosas importantes y claras se debe buscar la unidad, pero en caso contrario mejor ser tolerante.