Este refrán subraya la injusticia social y la hipocresía de ciertos premios, donde se hacen reconocimientos públicos precisamente a los más dañinos para la sociedad. Viene de un texto de Ugo Foscolo, donde ataca a Vicente Monti tras ser condecorado por Napoleón, donde dice que: En tiempo de las bárbaras naciones colgaban de una cruz a los ladrones. Más hoy, en pleno siglo de las luces, del pecho del ladrón cuelgan las cruces.