El refrán pretende aludir a una manifestación de carácter fuerte e irritable, que suele preceder a un comportamiento de ira descontrolada. Aconseja también alejarse un poco del ojo del huracán para no ser víctima de esa descarga de ira, ya que aunque sea la causa de esos truenos, puede mojarse. Los truenos reflejan ese enfado y la lluvia la consecuencia de dicha ira. No es bueno estar cerca de personas que estén en ese estado así que una vez dado la prudencia y la distancia parecen aconsejables.