Este refrán asocia la felicidad, el bien o la belleza al concepto de Dios. Es decir, las cosas buenas sólo acontecen cuando Dios está presente, cuando llega por la mañana a la vida de los hombres, además con la cualidad de afectar a todo el mundo. Todos se verán influídos por esta gracia de Dios, que no siempre está presente pero que cuando llega su momento le afecta para bien a todos.