Este refrán ataca claramente a las personas vanidosas a quienes señala, especialmente al género masculino. Lo que pretende decir es que no son buena compañía y en ningún caso posible. Los casos a los que alude para reflejar esto son extremos, como son las estaciones de invierno y verano, y que pueden asociarse por ejemplo a casos negativos como tristeza o necesidad frente a alegría o bonanza. La vanidad impedirá pensar en los demás y por tanto desaconseja la compañía de personas con esta característica.