Este refrán alude a todo el ser de las cosas, hasta las más nimias. Es decir, ¿qué hay más insignificante que un pelo? Refleja muy bien lo sencillo y lo pequeño, al menos en comparación con toda una melena. Pero por pequeña que sea, existe y tiene su ser, es capaz de hacer sombra, aunque esta también sea pequeña, y por tanto tiene relevancia. El refrán indica que no se debe despreciar lo que pueda parecer insignificante porque todo importa.