Este refrán se muestra crítico con la vejez en un aspecto muy concreto como es la lujuria. Es cierto que las ganas podrían referirse a cualquier estado de animosidad, de fuerza de espíritu, de iniciativa por hacer cosas, por trabajar o disfrutar de la vida con energía. Sin embargo, en un juego de palabras, todo parece indicar que apela a la impotencia de los hombres, cuyo miembro no se levanta.