Este proverbio anuncia  que llegarán cambios justamente con la entrada de un año nuevo. Además no suele  referirse a cualquier tipo de cambio, sino a uno a mejor, y se apela a la esperanza para que mejoren las cosas bien a título personal o en general. Sirve también para desear buenos deseos a otras personas, que tal vez no tuvieron sus mejores momentos en este último año que queda poco por terminarse.