Este refrán critica a aquellos que parecen tener suerte cuando en realidad no la merecen. Dicho de otra manera y usando también términos religiosos: aquellos sencillos y humildes parecen ser los más favorecidos por Dios. Por lo tanto, quedan en evidencia otros que sí luchan por tener éxito y fortuna, con mejores armas incluso pero en cambio no logran tener el éxito deseado y se lo llevan otros que no lo merecen tanto.