Este refrán pretende ser una burla hacia aquella gente que trata de disimular su vejez mediante elementos artificiales como cosméticos, cirujia estética… etc. El maquillaje no es un invento moderno precisamente, y antiguamente tenían diversos métodos para disimular la vejez. Uno de ellos era untarse los aladares, que son los cabellos de la cabeza, tintar el pelo para disimular las canas o la caída de cabello.