Este refrán ataca a la imposición y al control de la volutand, a lo que no le augura un buen resultado. Si no hay ningún tipo de consenso y se busca el cumplimiento de tareas de mala gana, a la larga se obtendrá un resultado nefasto, que se ve reflejado en un fatídico ahorcamiento. Se aconseja por tanto invertir en fabricar un consenso.