Este refrán pretende decirte que una vez ha corrido el tiempo no vale la pena un ajuste de cuentas, ya que las condiciones han cambiado. Es decir, un ajuste de cuentas en diferido no suele ser bueno y es mejor manejarse en términos más novedosos y adecuados al presente. Los problemas deben afrontarse a tiempo, o si no mejor pasar a otra cosa y hacer borrón y cuenta nueva.